Son muchos años buscando una respuesta a las dos preguntas más recurrentes en mi cabeza y corazón: ¿Qué estoy haciendo mal? ¿Qué hay de malo en mí?
No tengo la fecha exacta en que el trastorno por atracón comenzó, pero sí sé que, en mis 29 años de vida, por lo menos 20 de ellos he vivido engañada pensando que la comida es mi refugio, mi lugar seguro, mi neutralizador y mi consuelo.Comer era la solución para lo que fuera que sintiera, si estaba triste, comía; si estaba feliz, comía; si tenía un logro, comía; si me enojaba, comía…
El primer bocado es una explosión de lo que sea que necesitará en el momento (paz, felicidad, consuelo, etc.) pero a los siguientes disminuye, y necesitaba cada vez más comida para intentar compensar mis emociones y nunca lo lograba, después de comer compulsivamente y en cantidades gigantes, y hasta que el cuerpo dolía por comer tanto, paraba y ahora un sentimiento de culpa enorme se apoderaba de mí, me insultaba después de cada atracón: “eres una gorda” “no tienes autocontrol” “por eso estás como estás” “nunca vas a poder ser delgada” “en balde todo lo que has gastado en tratamientos” “das asco” “no vales la pena” y así se repetía el ciclo constantemente y cada vez con más frecuencia, podría asegurar que un 70% de mis pensamientos eran en torno a la comida y mi físico.Todo lo anterior era oculto, cuando estaba sola, pero ¡qué martirio la convivencia con las personas! Desde los 7 años recuerdo comentarios acerca de mi cuerpo y la comida: “Cuida lo que comes” “cuida tus porciones” “¿vas a comer tanto?” “ya no comas” “te voy a esconder la comida” “eso no debe comer un niño” “estas muy grandota para tu edad” “pesas mucho para tener 9 años” “estas muy gorda” “si fueras delgada serías perfecta” “ella no juega porque está gorda” “tómate estas pastillas, bajarás rapidísimo” “lo que necesitas es un plan detox” “de chiquita te dieron royal” y como esos comentarios, miles más! Todos juzgando sin conocer lo que estaba pasando, y no los culpo, entiendo que la mayoría de las veces lo hacían porque se preocupaban por mí, y porque vivimos en una sociedad que sigue pensando que la salud está ligada a la delgadez.
Podría escribir todos los tratamientos a los que me he sometido desde los 7 años, ¡incontables! Desde planes restrictivos, vendas frías, detox “flaca forever” y cirugía bariátrica. De todos, ninguno me funcionó para bajar de peso, porque todo lo hice con ese único objetivo: ¡Ser delgada!Claramente nada me iba a funcionar porque yo no sabía que sí hay algo mal dentro de mí, que factores genéticos y sociales detonaron un trastorno, y que nadie tenía la culpa, ¡menos yo!
Sin embargo no entendía qué pasaba, y pensamientos más destructivos venían a mi cabeza, como que sería mejor no estar en este mundo y así dejaría de desilusionar a las personas que tanto habían hecho por mí; que no merecía tener pareja porque soy gorda y descuidada; que no me debía arreglar porque no merecía verme bien después de un episodio de atracón; que no podía dirigir una empresa porque si no tenía autocontrol en mi comida menos tendría la capacidad de controlar las situaciones laborales.
En el fondo, yo sabía que no era normal tener pensamientos así de forma tan constante, decidí acercarme nuevamente con mi nutrióloga quien me ayudó a entender que tenía un TCA y me canalizó a APTA.
Fui tratada con tanto amor, compasión y comprensión que por primera vez no me sentí juzgada por lo que estaba pasando. Me diagnosticaron trastorno por atracón y tengo un gran acompañamiento integral que cuida todas las aristas de mi salud.Estoy en el proceso de curarme, entiendo que no tengo por qué luchar con este problema sola, que no todos juzgan, que no tiene que ser lineal y que cada día en esta lucha es súper valioso. Que si un día recaigo no significa que todo se echó a perder, que puedo comenzar otra vez hasta que esté recuperada por completo.
En este proceso he entendido que mi consuelo, paz o felicidad no es la comida. Mi consuelo es que en medio de cualquier situación puedo asegurar que todo va a estar bien y que hay esperanza para cualquier trastorno, porque este problema no será para siempre.
El saber que mi estado de ánimo no depende de la comida, es liberador. Estoy en un proceso que me llevará a la libertad y a vivir una vida plena.Hay esperanza, nos vamos a curar y estaremos bien.
FUNDACIÓN APTA
Paciente de Fundación APTA
D.C.G