“El sabio no atesora. Cuanto más ayuda a los demás, más se beneficia.
Cuanto más da a los demás, más se obtiene para él”
Lao Tse
La solidaridad es un valor que nos lleva a dar sin esperar recibir algún beneficio a cambio. Muchas veces creemos que el dar está directamente ligado a algo económico y aunque es, en muchos casos, lo más evidente o palpable, el ser solidarios implica muchas más acciones, por ejemplo, poder escuchar, acompañar y orientar a alguien que está pasando por un mal momento o bien brindarle un poco de tu tiempo o esfuerzo a otra persona que, sin saberlo, pueda estar pasando tiempos complicados.
Mucho se habla sobre la solidaridad hacia gente sin recursos económicos, de salud, educativos, entre otros y esto, casi siempre, nos remite a lugares con pobreza extrema, como África. Si bien es cierto que algunos lugares tienen retos mucho más significativos que otros, no por ser de menor magnitud son insignificantes o menos preocupantes.
Cuando se habla de la salud mental, suele tomarse un poco de distancia y caminar con recelo, es incluso, para muchos, un tema tabú. En ocasiones, quienes están cerca de una persona con dolencias físicas o mentales, suelen percibir sentimientos de cansancio, o en el peor de los casos, rechazo hacia quien vive con un problema de salud, ya sea física o mental, dificultando que quienes padecen algún trastorno, se acerquen o pidan ayuda por temor a molestar o a ser apartados.
Hablando de trastornos de la conducta alimentaria, por ejemplo, en México solemos normalizar algunas actitudes hacia la comida, en ocasiones cómicas como: “necesito un bolillo para el susto” y en otras hirientes haciendo comentarios acerca del peso o apariencia de una persona. Algunas veces, no sabemos o no medimos el impacto que estos comentarios pueden tener en la autoestima o inclusive en la salud de una persona. Y se preguntarán ¿Qué tiene que ver esto con la solidaridad?
Quienes padecen un Trastorno de la Conducta Alimentaria o TCA, reciben todo tipo de comentarios acerca de su imagen o hábitos, lo que comúnmente da pie a que las conductas, en algunos casos, autodestructivas sean aprobadas, pero al convertirse en un problema de salud, pueden sentirse juzgadas o poco apoyadas.
Si reflexionamos sobre cómo podemos ayudar a formar una sociedad solidaria, podríamos comenzar por intentar escuchar sin emitir juicios, recomendaciones o consejos que no nos hayan pedido. La mayoría de las veces no lo hacemos con una mala intención, pero podemos contribuir a que el malestar o inestabilidad de una persona se incremente.
Contribuir con la cultura de la solidaridad, es empezar por uno mismo, tener pequeñas acciones que generan grandes cambios; celebrar la diversidad, ya que esto nos enriquece, al escuchar diferentes perspectivas que nos llevan a pensar en nuevos horizontes abriéndonos a perspectivas que pueden cambiarnos y/o enriquecernos como seres humanos.
A veces se tiene la creencia que al dar, nos quedaremos sin recursos; no obstante, muchas veces, al brindar algo de nuestro tiempo, comprensión, enfoque, visión, podemos impactar positivamente en la vida de otros, lo que nos lleva a crecer como personas y a su vez a contribuir al crecimiento como sociedad, creando un ambiente de apoyo, empatía y comprensión.
FUNDACIÓN APTA
Mtra. Tania Díaz Michel