Muchos trastornos psiquiátricos están estigmatizados por la sociedad, posiblemente en parte porque este tipo de dificultades son difíciles de comprender y a la gente le da miedo lo que no puede comprender. Durante muchos años el mito de que la causa de los trastornos de alimentación son los padres ha lastimado a cientos de familias, retrasando el tratamiento y la recuperación de los pacientes.
Esta misma culpa puede traer una sensación de vergüenza que puede ser especialmente difícil de soportar, lo que puede venir seguido de una sensación de aislamiento. Sin embargo, evitar a los amigos y a la gente, sobre la base del supuesto de que también ellos nos van a echar la culpa y de que también ellos están convencidos del estigma asociado a los problemas de salud mental puede dar crédito a la idea de que podría de hecho ser culpa de los padres cuando no es así.
Los padres no son culpables, y pueden ser los mejores aliados de sus hijos. Los padres se culpan a sí mismos, sintiendo que de alguna forma no han sabido proteger a su ser querido. Desgraciadamente, muchos textos antiguos sobre los trastornos de alimentación incluso alientan ésta auto recriminación. La culpabilidad y la auto-culpabilización son de escasa utilidad y carecen de fundamento. Es más, son conceptos peligrosos dado que pueden conducir a la ansiedad y la depresión (Treasure, 2011).
Algunos de los síntomas de los trastornos de alimentación son absolutamente evidentes y están a la vista de todo el mundo. Sacuden los cimientos de nuestro deber como padres, que es criar a nuestro hijo. Los cuidadores pueden sentirse culpables y avergonzados, como si esta fuera una señal manifiesta de que han fracasado en este aspecto. Corrijamos esta malinterpretación, no existe un único desencadenante ni una única explicación del trastorno de la conducta alimentaria de mi hijo(a).
No caigas en la desesperación o en rabia, a veces podemos caer en esta idea errónea de que un trastorno de la conducta alimentaria es por vanidad, una fase pasajera con la que mi hijo(a) puede lidiar, creer esto nos va a llevar a sentir enojo, frustración y a tener una perspectiva de que el tratamiento es lento y no ofrece resultados rápidos. Mantengamos la calma, recordemos que los Trastornos de la Conducta Alimentaria no son de elección, sino enfermedades mentales muy serias biológicamente influenciadas (AED, 2018).
Cuando tengas miedo por las consecuencias físicas del trastorno de alimentación, te sientas devastado por la rigidez de la rutina de tu hija(o) y la forma en que la enfermedad afecta a toda la familia recuerda mantener la calma y valora con exactitud los riesgos médicos de nuestro ser querido. Después, con determinación busquemos los recursos que necesitemos para afrontar la situación salvando los peligros. Revisemos los avances y los cambios con regularidad. Miremos lo positivo, por pequeño que sea.
Vivir con un trastorno de alimentación supone un reto enorme, pero querida mamá: No te canses, a su debido tiempo habrá mejoría. No te canses de brindarle tu amor, tu paciencia, consistencia, calma y calidez.
FUNDACIÓN APTA
L.N Nathalia López Buerón