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Las relaciones también se nutren

Cuando somos muy pequeños, bebés, generalmente se limita a una relación madre-bebé; por supuesto, no se excluye la presencia del padre o algún cuidador, pero el primer vínculo suele ser con mamá, quien, idealmente, nos proporciona un alimento, calor, cuidados y un abrazo grande de contención cuando nadie más parece saber qué sucede con un pequeño ser que llora, pero no puede expresarlo en palabras; es decir, nos nutre con alimento, pero también con cariño y cuidados. Cuando comenzamos a crecer, se involucran más personas en una puesta en escena: la vida de (inserte aquí su nombre) y, como si fueran capítulos de una obra de teatro o una serie, personajes llegan y se quedan, otros ayudan a conectar con una siguiente parte de la historia y se van, y otros más son personajes secundarios, pero que sin el personaje principal, la historia no puede continuar. A lo largo de las temporadas o capítulos el personaje se enfrenta a retos, en algunos de ellos evoluciona, es decir, se nutre y crece, y en algunos otros tiene que seguir intentando para poder avanzar.

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Así como de pequeños nos vamos relacionando, primero nuestros padres y hermanos, luego la familia extendida, los compañeros de escuela y, al crecer, los compañeros de trabajo y amigos. Todos ellos nos irán regresando lo que ven de nosotros: cualidades y defectos, es decir, nos devuelven, como si fuera un espejo, el reflejo de lo que somos, pero claro, visto desde sus ojos. A veces el espejo en el que nos miramos es muy claro y nos devuelve una imagen con la que estamos contentos, completos y coincidimos en lo que los demás ven de nosotros; no obstante, otras veces contamos con un espejo roto o empañado que no permite que nos veamos claramente y, por ende, comenzamos a dudar de lo que vemos, a cuestionarnos y a preguntar qué es lo que ven los demás de nosotros, para ver si coincide con nuestra percepción. Esto puede llegar a ser confuso, ya que a veces la visión de una persona está distorsionada por sus vivencias y no siempre coincide con las nuestras, causando duda sobre cuál percepción es la correcta, y por ende, generando ansiedad. Lo anterior puede sucedernos en diversos ámbitos, pero ilustra las vivencias de una persona que padece un TCA.

ALTERACIÓN, DISTORSIÓN DE LA REALIDAD – LAS REDES SOCIALES

Podemos ver, en diversas películas, el lado romántico de la vida, el que quieren mostrarnos, en donde las relaciones de pareja no tienen fallas o conflictos, la familia es una familia ideal, en el que todos lucen maravillosos hasta cuando despiertan, pero sobre todo, plasman una idea de que al final todo evoluciona y se vuelve maravilloso, el problema de esto, es que en la realidad, a veces se gana y a veces se pierde, y sentir que la vida tiene que ser así, puede generar frustración al no contar con esta vida ideal o al sentir que no se cumple con esos estándares.

Ahora hablando de autocuidado, que no tiene nada que ver con besar al espejo, es, más bien, prestar atención a las necesidades y buscar acciones que promuevan el bienestar ya sea físico, mental o emocional. Si bien las bases de la autopercepción se van construyendo con el amor que nos brindan desde pequeños, cuando crecemos, nutrir, fortalecer y mantener esta imagen corporal positiva se vuelve nuestra responsabilidad. El ponerla en otros puede crear dependencias o frustración al no recibir todo lo que se espera.

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Cuando se está pasando por un momento en el que hay mala percepción de nuestra imagen corporal, inseguridad, depresión, etc. Es probable que haya falta de contentamiento o bienestar y que esto nuble o distorsione nuestra visión provocando sentimientos de confusión, inferioridad, confusión o ansiedad. Está bien llorar. Algunos se sienten culpables por sentirse tristes. Sin embargo, la tristeza o el dolor no son sentimientos que debamos reprimir. La tristeza es una de las expresiones más claras de nuestra humanidad.

Siete caminos para inspirar confianza | INCAE

Usualmente se busca apoyo u opinión de la gente cercana; sin embargo, hay que recordar que ésta irá con una carga de las vivencias de los otros, es decir, con una cierta distorsión que, como en los Trastornos alimenticios, puede generar confusión y ansiedad y mucho estrés. Hay veces que la opinión de otra persona puede estar equivocada. Esta debe ser una lección para nosotros. Debemos ser humildes. Nuestra perspectiva es limitada. No tenemos todas las respuestas. No debemos saltar a conclusiones siempre que alguien más o nosotros mismos luchamos con nuestras emociones, pensamientos, o percepciones. Eduquémonos, amemos lo mejor que podamos y seamos pacientes tanto con nosotros mismos como con los demás, ya sean mentalmente sanos o no.

FUNDACIÓN APTA

MTRA. TANIA DÍAZ MICHEL