Hay muchos tipos y formas de meditación, pero de la que voy a hablar es la meditación védica. Quiero señalar que me enfocaré más en la práctica psicoanalítica y no tanto en la teoría, ya que el enfoque principal es la vivencia del análisis y la meditación y no la postura científica. Antes de empezar me gustaría aclarar dos cosas que considero importantes:
- La meditación no necesariamente puede ser apta para todos.
- La meditación, así como el análisis propio, es algo que cada quien tiene que experimentar para poderse entender.
Védica viene de “Veda” que significa verdad o conocimiento, toda la verdad o todo el conocimiento. La meditación védica “viene de la antigua tradición védica de la India y ha sido practicada por más de 5,000 años. De esta misma tradición viene el yoga, el ayurveda y una gran parte de la filosofía oriental” (Keoseyan). Es una meditación sencilla, que no requiere ningún esfuerzo y ayuda a liberar estrés. Mediante el uso de un mantra personalizado, en sánscrito, se utiliza la tendencia natural de la mente para relajarse, ya que el mantra está diseñado para ser olvidado y “así experimentar la felicidad máxima” (Keoseyan).
El psicoanálisis analiza el desarrollo psíquico de una persona desde la infancia y trata de recuperar las experiencias anteriores para ayudar a la persona a experimentar lo que ahora se encuentra reprimido. Descubre paso a paso las ilusiones que uno tiene sobre el mundo, de modo que disminuyen las deformaciones de las percepciones. Así, la persona se va conociendo cada vez más a sí misma y, en ese mismo sentido, se va sintiendo menos extraña también con respecto al mundo, porque al abrirse a la comunicación con el mundo interno, también se abre a la comunicación con el mundo externo (Fromm, E., Molino, A., Suzuki, D. T., 1976).
Mientras meditas la conciencia se experimenta a sí misma, aparecen ideas, pensamientos, sentimientos y recuerdos. Los pensamientos que se van teniendo dentro de la meditación, no se siguen como se haría en un psicoanálisis, sino más bien se van haciendo a un lado para ser olvidados y así poder enfocarse en el mantra que le fue asignado. En el análisis se pone en palabras todo lo que pensamos para poder resolver, se pasa por el proceso secundario del pensar, en cambio durante la meditación se siente para poder resolver, no se requiere de un proceso verbal. Al igual que en el análisis, los beneficios se observan fuera de la meditación, así como nuestros pacientes y nosotros lo experimentamos fuera del consultorio.
Creo que esta “verdad” de la que hablan, es la verdad de cada quien, de quiénes somos, de cómo vivimos y percibimos nuestro entorno, nuestra vida y nuestra realidad. Muchas veces el propósito de llevar un análisis y de meditar es vivir mejor a través de conocerse mejor a uno.
Para los que son más de pensamiento científico y no tan “espiritual” como podría interpretarse todo esto, quiero decirles que revistas como: American Journal of Psychiatry, American Psychologist, Behavioural Medicine, Biological Psychology, British Journal of Educational Psychology, German Journal of Clinical Psychology, American Journal of Cardiology, entre cientos más, son solo algunas revistas que han publicado investigaciones sobre los beneficios de la meditación. Algunas de estas investigaciones han encontrado que, durante la meditación, el consumo de oxígeno disminuye, al igual que el ritmo cardíaco, aumentando el flujo sanguíneo y disminuyendo los niveles de lactosa y cortisol en la sangre. También que, durante la meditación, el cuerpo adquiere un estado de reposo más profundo que durante el sueño. Otro estudio longitudinal mostró que los meditadores (sin importar la edad), acudían al doctor menos veces que la población promedio, tenían menos hospitalizaciones por condiciones cardíacas y menos tumores. También se ha demostrado que meditar incrementa el potencial mental, da mayor claridad y aumenta la eficiencia, la creatividad, la capacidad de liderazgo, la conexión mente-cuerpo, mejora la toma de decisiones y disminuye los tiempos de reacción frente a estímulos, dando una mayor agilidad mental.
Fundación APTA
Psic. Juliana Rico Villarías