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Cómo lidiar con las emociones en tratamientos largos.

Los familiares de una persona que sufre un trastorno alimentario también sufren las consecuencias del mismo.

Por este motivo, y para ser una influencia positiva en su evolución de las personas afectadas, es importante integrar a las familias dentro del tratamiento. Esto tiene sentido cuando las personas afectadas viven con sus padres o tienen una relación frecuente, es menos relevante cuando ven a los padres con poca frecuencia y tienen más autonomía.

Esta integración puede realizarse por distintas vías. Por un lado, en asesoramientos por parte de los profesionales que tratan a la persona afectada o técnicos de asociaciones de familiares, en los que van a indicar las pautas básicas de manejo en cada caso concreto; otra vía puede ser a través de la terapia familiar, para ver los problemas familiares que influyen en la evolución del trastorno; o a través de intervenciones grupales, como pueden ser grupos de autoayuda (guiados sin profesionales, sin programa), grupos de apoyo (guiados por profesionales, con programa), o grupos multifamiliares (muchas familias juntas, incluidas las personas afectadas, guiado por profesionales).

Sabemos que una intervención familiar temprana influye en un mejor manejo por parte de la familia y mejora el pronóstico. Pudiendo reducir el sufrimiento y el malestar de la persona afectada.

Las pautas descritas a continuación que ayudan a manejar las emociones cuando el tratamiento se alarga en el tiempo, lo cual es, desgraciadamente, muy habitual, están basadas en el conocimiento adquirido durante más de 20 años de formación, investigación y lectura, junto con la maravillosa enseñanza de los familiares que he atendido, los cuales han tenido que desarrollar competencias y estrategias originales para sobrellevar la dureza de estos procesos.

La primera clave es buscar un buen tratamiento. En algunos lugares hay servicios públicos especializados, en otras ocasiones hay unidades o profesionales privados con amplia experiencia en el tratamiento de estas problemáticas. También puede haber asociaciones de familiares que puedan asesorarte sobre los recursos que hay en tu zona.

De un modo u otro, encontrar a las personas adecuadas en las que confiar para el tratamiento, nos facilita un camino claro que recorrer hasta la recuperación de la persona. La ausencia de ello nos llevará a perder tiempo e ir agotando las fuerzas y la esperanza de las personas afectadas y de sus familias.

Otro aspecto básico que es importante entender es que los trastornos alimentarios son de forma habitual procesos largos que suelen durar años, esto calma la ansiedad o la frustración de los familiares al ver que pasan las semanas y los meses y que la persona afectada vuelve una y otra vez a las conductas o pensamientos que mantienen el trastorno.

Un mensaje que me gusta trasmitir es que el papel de la familia no es curativo, sino acompañar de forma adecuada mientras dura el trastorno.

También suelo explicar como la familia puede ejercer una influencia en la aparición y mantenimiento del trastorno. Pero eso por si solo no genera un trastorno alimentario. Por ejemplo, una madre o padre que hace muchas dietas sin control de un nutricionista, y que se pesa cada día para seguir sus procesos, puede influir en que su hija/o haga dietas por pensar que así se está cuidando más. Pero, en otros casos, los hijos no harán ninguna dieta.

Por eso, una familia puede hacer todo lo que influye en la aparición de un trastorno y que sus hijos no padezcan anorexia o bulimia; y en cambio, que otra familia no haga nada que influye, y que su hijo/a esté sufriendo el trastorno.

En definitiva, hablamos de factores de vulnerabilidad o influencia, no de causalidades, o de relaciones causa-efecto.

La culpa puede ser una emoción muy incapacitante en el familiar y puede bloquear las actuaciones y coger el papel de víctima de la situación.

La firmeza en las actuaciones permite a la persona afectada tener una guía clara de lo que puede y no puede hacer. Que los familiares actúen con firmeza no significa que sean duros en sus formas. Se pueden decir las cosas con cariño y con claridad.

Otra cuestión esencial para mí es separar a la persona de su trastorno.

Nadie quiere estar enfermo. La persona está atrapada en un trastorno que le hace sufrir, aunque haya una fase de luna de miel donde sienta que no tiene problemas, esa fase termina y llega la cruda realidad de todas las cosas que pierde con el trastorno.

La persona afectada no nos hace la vida imposible, está padeciendo un trastorno que tiene una sintomatología y un proceso que hay que conocer.

Valorar los pequeños logros, avances en la cantidad y variedad, elogiar el esfuerzo, trasmitir confianza y esperanza en la recuperación. Todo ello aumenta la motivación y refuerza los cambios.

Hay que entender que durante el proceso del padecimiento del trastorno alimentario habrá altos y bajos, semanas y días buenos, y otros momentos malos. Es esencial no tirar la toalla y aceptar que es un ciclo frecuente en este tipo de patologías.

La palabra más repetida que he escuchado entre los padres y madres que he atendido en grupos de apoyo o terapia familiar es PACIENCIA.

Esta cualidad básica en este tipo de problemáticas ayuda a no reaccionar a cualquier comentario o actuación de la persona que sufre el trastorno, y elegir la respuesta más adecuada en cada situación, sin dejarnos llevar por las emociones desagradables y el enfado del momento.

En el camino habrá momentos de enfadarse y perder los nervios, es humano, aunque hay que tener en cuenta que no ayuda.

La actitud serena facilita la calma de la persona afectada. Si tu familiar afectado experimenta emociones desagradables intensas, dale tiempo para sentir, acércate como se acercaría un perro San Bernardo a una catástrofe (Estilos de afrontamiento familiar en TCA, Modelo Maudsley).

Y por último, lo que hace que los familiares no pierdan la esperanza ni tiren la toalla es el AMOR que sienten por la persona afectada.

Un amor auténtico, incondicional, a prueba de bombas, inalterable.

Gracias a todas las mamás, papás, familiares y amistades, por acompañar a la persona afectada en su lucha, que es de todos vosotros, y de los profesionales que lo tratamos. No perdáis la esperanza, la persona que sufre el trastorno os necesita.

Un abrazo!!

Manuel Antolín Gutiérrez. Psicólogo. Terapeuta Familiar

magantolin@gmail.com