Imagínate: estás a dieta. Todo el día te portaste “bien”, sin comer carbohidratos ni ninguna de esas comidas que consideras “malas” y que no son permitidas en la dieta, aquella con la que crees que por fin lograrás el cuerpo de tus sueños. Llegas a tu casa y ves tus galletas favoritas, unas papitas, o …
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