Con profundo respeto, compartimos el valiente testimonio de trastorno de la conducta alimentaria de una de nuestras pacientes. Agradecemos sinceramente a esta persona por compartir su testimonio con nosotros, reconociendo el coraje y la vulnerabilidad necesarios para hacerlo. Su testimonio no solo es una expresión de su propia experiencia, sino también un faro de esperanza para aquellos que puedan encontrarse en una situación similar. Al compartir su historia, esta persona ofrece luz y aliento a quienes buscan comprensión y apoyo en su camino hacia la recuperación. Su testimonio es una prueba elocuente de que no están solos y de que la esperanza y la curación son posibles.
Con amor, Fundación APTA ¿Cuántos de nosotros aquí hemos alguna vez sentido incomodidad con nuestro cuerpo? Nuestra piel. Lo que somos y lo que queremos ser. Con el espejo, sentimos que lo que vemos y lo que pensamos, lo piensan los demás. Lo que piensa el ajeno nos aterra, nos intimida, nos consume.
Empezamos a creer que lo que somos no es lo que deberíamos ser, perdiéndonos en una imagen y una perspectiva errónea de nuestro ser; eso no se come, tiene mucha grasa, estás muy gorda. Es aterrador pensar todos los días, a todas horas, en cada minuto, lo que consumimos y cómo lo consumimos; “no puede ser, ¿otra vez vas a comer eso?”. Empezamos a creer que comer es opcional, que no es necesario; no mereces la comida.
Lo que para otros es vida, para ti es un infierno. Lleno de expectativas, temor, ansiedad, de insuficiencia, de comparaciones. Poco a poco, el vacío en el estómago es la cuota por la belleza. Sientes que tienes que pagar; no está bien ser como eres. Nos decimos a nosotros mismos que no merecemos esto.Este cuerpo no es nuestro, es de ellos. De los que vemos en el día a día. Los que forman y opinan lo que somos nos dan la pauta de lo que debemos ser; “Un kilo menos no está mal. Sigo gorda”. Pensamos que el espejo dicta nuestro valor. ¿Ustedes están aquí escuchando, no saben si hoy he comido o cuántas veces vomité hoy?
Dejamos que nuestra sombra tome el control. No los culpo. No culpo a mis padres por sus comentarios. No culpo a mis amigos por sus burlas. No te culpo a ti que me escuchas por haberme causado esta distorsión de mí. Los perdono. Quieren lo mejor. Quieren que me vea bien, quieren que sea perfecta. Para ustedes, si me tomo este laxante no pasará nada.Los hospitales nunca deben de ser una opción, pero somos humanos. Seres susceptibles y emocionales. (Hasta que no vi mis huesos no me consideré bella). Hasta que no esté muerta, ¿seré perfecta? ¿Cuándo será suficiente? ¿Cuándo seré suficiente? ¿Cuántos kilos tengo que pesar? ¿Cuántas veces más tengo que desmayarme?
Me duele la cabeza, me mareo todo el tiempo, me siento cansada y tengo hambre, tengo mucha hambre, pero no puedo porque si cedo al impulso de comer, si le doy esa paz a mi estómago y a mi alma, si cedo a darle esa mordida a esa manzana, no voy a ser lo que quieren. Seré quien yo soy. Y eso es lo que más temor me causa, por eso prefiero pagar la cuota, cumplir la condena.
Desgarrar mi estómago, dejar caer mi cabello, sentir la debilidad en mis piernas y ver estrellas, prefiero vomitar mis miedos, mi insuficiencia y mi falta de belleza. Al llegar a su casa y hablar con sus hijos o amigos. Intenten la empatía, no somos quienes para juzgarlos. Apóyenlos.Nadie merece esto. Nadie merece pasar este infierno, absolutamente nadie tiene que pagar la cuota por ser bello.
FUNDACIÓN APTA
Anónimo