Por Karen Betech.
Hola.
Hace un par de semanas te vi en el gym. Ibas con tu amiga la flaca, tan flaca como tú. No me atreví a acercarme a ustedes para no ser imprudente. Pero la verdad es que las vi demasiado flacas. Hacían ejercicio con entusiasmo y se veían muy felices. Eso es muy bueno. Solo que a juzgar por su apariencia, tu amiga y tú tienen un peso menor al recomendable. Sé que ustedes así quieren estar y que no ven ningún problema en ello. Pero no saben todavía lo que pasa. Ustedes hacen todo lo posible por mantenerse así o incluso bajar aún más de peso. Pero no saben todavía el peligro que eso implica. Yo sí lo sé. Lo vi. En muchas otras jovencitas como ustedes. Pero para ellas ya era un poco tarde.
Disculpen que me entrometa y perdón por ser tan franca. Pero he visto a muchas como ustedes desfilar por la vida aparentando felicidad, pareciendo sentirse cómodas con su cuerpo y su figura como si fuera algo muy natural. También he hablado con muchas como ustedes y sé el infierno que viven para mantenerse perfectas y seguir bajando aún más de peso. Quizá estoy juzgándolas a ustedes sin saber. Pero quizá no. Así que prefiero correr el riesgo de equivocarme y no el de quedarme callada. Cuidado con sus metas. No vaya a ser que sea muy tarde cuando alguien se dé cuenta de que ustedes pueden tener una grave condición. Y pues como igual ya dije las cosas con franqueza seguiré siendo clara. Ustedes necesitan ayuda precisamente porque creen que no la necesitan. Ojalá tengan el valor de acercarse a un profesional de la salud y comenzar a reparar su cuerpo a tiempo.
Atte.
Karen Betech